Llamamos «gases» tanto a los eructos como al ventoseo, aunque los primeros no son más que aire que el bebé lactante ingiere durante la toma. Los gases pueden llegar a ser muy dolorosos para el recién nacido, por lo que es conveniente ayudarle a expulsar el aire después de cada toma, ya sea de pecho o de biberón. En este artículo encontrarás, además, consejos para prevenir los gases en tu bebé.
Eructos del bebé
Un eructo es una expulsión, por la boca, del aire que estaba contenido en el estómago.
La distensión excesiva del estómago, producida porque el bebé ha tragado aire mientras comía, puede resultar molesta para el lactante. Casi todos los bebés tragan cierta cantidad de aire al mamar. No es cierto que por mamar mucho rato seguido se trague más aire.
Se traga más aire con los biberones que con el pecho. Los bebés tragan aire también cuando lloran, cuando chupan el chupete o cuando se les da infusiones.
Conviene ayudar al bebé a expulsar ese aire después de las tomas. Es normal que al eructar salga un poco de leche, que a menudo ya está cortada.
Para prevenir que el bebé tenga gases, se recomienda hacerle eructar frecuentemente durante la comida. Incluso cuando no parezca sentirse incómodo por los gases, el parar y cambiar de postura le incitará a comer más despacio y, de este modo, disminuirá la cantidad de aire que traga. Una vez cada 5 minutos, para los bebés de pecho, o cada 30g. de leche para los de biberón, será suficiente.
Posturas para ayudar al bebé a expulsar los gases:
La mejor postura para ayudar al bebé a expulsar los gases consiste en sostenerle en posición vertical, con la cabeza alta, sobre el hombro.
Otros bebés eructan estando sentados o boca abajo. Se recomienda sentarle sobre una pierna, inclinando levemente su cuerpo hacia delante y sosteniéndole el pecho. También se puede tumbar al bebé, boca abajo, sobre una de nuestras piernas.
Ventoseo del bebé
El ventoseo es la expulsión de los gases que aparecen en el intestino durante la digestión, a través del ano. Puede acompañar o no a la emisión de heces.
Tiene que ver con la fermentación y la digestión de la leche. Los bebés tienen dificultad para digerir el exceso de lactosa, lo cual produce más gases.
La leche materna tiene menos cantidad de lactosa que la leche artificial para bebés. Sin embargo, si un bebé toma mucha leche materna «de inicio» (por ejemplo, si se le cambia a menudo de pecho, o si se limita el tiempo que mama en cada uno), tomará más lactosa y posiblemente tendrá más gases en el intestino.
Cuando el bebé ventosea, suele ponerse rojo, como si fuera a defecar. A menudo llora porque siente las contracciones de su intestino que intenta expulsar esos gases. Hay que tener en cuenta, por tanto, que los gases pueden ser una causa del llanto del bebé.
El bebé no está acostumbrado a las sensaciones ligadas a la digestión de alimentos. Además, el proceso que tiene lugar en el aparato digestivo del bebé, desde que se producen los gases hasta su expulsión anal (ventoseo), es en ocasiones muy doloroso. Por todo ello, se han asociado los gases a los cólicos del lactante.
Fuente: elbebe.com