Si hace unas décadas se pensaba que sacar adelante a un bebé prematuro era cuestión de incubadora y de engorde, hoy día ese concepto ha variado muchísimo, debido entre otras cuestiones al método madre-canguro (consiste en colocar al bebé en el pecho desnudo de la madre/padre favoreciendo el contacto piel con piel entre ambos) y otros descubrimientos. Gracias a todo ello, hoy cuidar a los prematuros es una cuestión mucho más “humana”.
Cada vez nacen y sobreviven más niños prematuros, procedentes de gestaciones múltiples o no. Alrededor de nueve de cada 100 niños nacen prematuros, lo que significa que en España nacen antes de tiempo más de 30.000 niños cada año.
Actualmente, sobreviven casi todos los que pesan más de 1.000 gramos al nacer, aunque ese gran logro por el que sale adelante una vida humana frágil necesita mucho apoyo y una ayuda que no siempre es sencilla.
Las necesidades físicas del bebé prematuro no son menos importantes que sus necesidades emocionales, pues son pequeñas personas delicadas que necesitan afecto y contacto humano.
Me ha encantado un artículo clarificador y lleno se sensibilidad en el que el doctor Juan Casado, jefe de Pediatría del Hospital Niño Jesús de Madrid, analiza las necesidades de los bebés prematuros, poniendo el acento en que cuidarlos es todo un “arte”, y que hay que atender a todos sus sentidos.
En él señala que los niños prematuros son muy sensibles al ruido y la luz, y por ello el entorno al nacer ha de ser lo más respetuoso posible. Por ejemplo, las incubadoras deben estar tapadas con paños gran parte del día, para evitar que la luz natural o artificial les impida descansar.
También hace hincapié en los beneficios de la música tenue para los prematuros, especialmente la clásica, por ejemplo la de Mozart, que genera confort y como vimos conlleva beneficios para el bebé: descenso de la frecuencia cardiaca, menor actividad metabólica y, en consecuencia, mayor ganancia de peso.
El olfato y el tacto también son importantes en los recién nacidos prematuros, que huelen la leche materna o sienten que su madre o padre le tocan, le acarician o están en contacto piel con piel gracias al método canguro.
Los más pequeños, incluso los que pesan menos de un kilo, sienten dolor, por ello no se les puede pinchar, molestar ni ponerles en posturas incómodas, porque no tienen autonomía para moverse, y se les debe intentar calmar el dolor, por ejemplo dándoles de comer, un biberón, mejor con leche materna, mientras se les practica el procedimiento doloroso (la succión de alimento libera morfina endógena).
Afortunadamente esta vertiente emocional y humana se tiene cada vez más en cuenta en los hospitales, que desarrollan programas como el del Hospital 12 de octubre de Madrid para humanizar el tratamiento a los bebés prematuros.
Fuente: Elmundo.es, Foto: Crecer Feliz